Se acerca diciembre y el término de clases. Las vacaciones están a la vuelta de la esquina y el cansancio de todo un año escolar se hace notar en maestros y alumnos. ¿Cómo enfrentar este período?
“La última etapa del año no es fácil. Hay psicólogos que, incluso, hablan del ‘Síndrome Diciembre’, donde hacen mención del cansancio, los compromisos de las fiestas, la planificación de vacaciones y el anhelo de lograr óptimos resultados académicos”, asegura la psicopedagoga y educadora Mónica Lepin.
En este sentido, no resulta extraño que alumnos y maestros sientan más cansancio que de costumbre. Además, hay cierta ansiedad por las vacaciones y terminar el año, idealmente, con las calificaciones adecuadas y esperadas. Una reacción normal al cambio de los horarios de luz, el calor y las posibilidades que brinda el clima inestable del caribe, según concuerdan expertos en educación.
De hecho, se estima que estos son factores que alteran los procesos en el contexto escolar, interfiriendo en la disposición hacia la tarea, en semanas que se caracterizan por altos niveles de estrés y, muchas veces, fatiga. “Esto último ocurre, sobre todo, cuando hay angustia por alcanzar resultados específicos para pasar de curso, intentando muchas veces ‘salvavidas’ de último momento, señala la especialista, quien también es editora de la Editorial Caligrafix.
El juego: protagonista una vez más.
Es el eje del proceso de aprendizaje en esta etapa. Se trata, fundamentalmente, de usar metodología lúdica para que aprendan todas las disciplinas y asignaturas. Mónica Lepin advierte que aunque es posible hacer hincapié en el juego, durante todo el año, los contenidos se deben desarrollar de esta manera para motivar a los niños y niñas en sus actividades: “El juego es la base de su desarrollo, sobre todo de los más pequeños. Es importante incluir lo lúdico durante todo el año y, especialmente, en esta etapa de finalización, siendo de vital importancia integrar técnicas y metodologías de juego, para que el niño logre aplicar todo lo aprendido durante el año de una manera significativa y natural, según la etapa de su desarrollo”.
Jugando también se supera el estrés, la frustración. Sobre todo si se trata de niños pequeños. “Las fallas y los errores son útiles de enfrentar mediante el diálogo, explicando en términos que puedan entender cómo pueden mejorar su aprendizaje y saber que el error no está en ellos. Es importante darles el tiempo para que puedan, de forma autónoma, explicar sus cosas, lo que les pasa, lo que quieren, y luego comprometerse y establecer tareas y acuerdos que ellos sean capaces de cumplir, teniendo en cuenta su etapa del desarrollo.
¿Mal rendimiento?
En casos de alumnos que llegan a la última etapa del año con malas calificaciones, lo ideal es tener alertas tempranas, sistemas reales de evaluación con seguimiento a los procesos y resultados de aprendizaje.
Cuando los alumnos han tenido mal rendimiento, es importante identificar en qué aspectos presentan un problema. “Generalmente, son las asignaturas de Física y Matemáticas, no así las del área artística. Es ahí donde hay que potenciar sus habilidades, no porque sean las asignaturas fáciles, sino porque es donde los niños más se motivan.
Es importante también analizar los hábitos de estudio, sueño, alimentación y ocio. Todo eso, con el fin de percibir qué se podría mejorar o cambiar. Los padres deben considerar que el mal rendimiento puede tener muchas causas, incluso, en algunos casos, puede derivar de las estrategias empleadas por el profesor. No deben olvidar además que cada niño es singular y tiene sus propias maneras de aprender”, concluye Mónica Lepin.